jueves, 29 de noviembre de 2012

un clavo ardiendo

¿cuántas veces hemos estado aquí?
¿cuántas más habremos de estar?
no conocemos nada más que lo que vemos
encerrados en nuestra propia miseria
y nos aferramos a nuestra caverna
como quien se aferra a un clavo ardiendo
porque es mejor un poco de certeza
así sea en el dolor y en el sufrimiento
a este mundo sin pies ni cabeza.

soltar (dice la voz) solo tendríamos que soltar...
pero el miedo nos aferra.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lishboa

A orillas del mundo te encuentras,
fantasma de nostalgias perdidas:
ciudad de memorias tristes y bellas,
siempre serena, siempre sin prisas.

Vuelvo a tí con el alma entre las manos
y me recibes, de nuevo, con tu frío abrazo
lleno de tormentos,
lleno de caricias.

Y parto en medio de sombras y recuerdos
con un beso desgarrado que perdura
y una nueva historia,
y una nueva poesía,
y una nueva derrota.

Lishboa, así escrita, con hache intermedia
donde todo es felicidad y alegría,
y en el medio silencio,
y en el medio melancolía.

lunes, 12 de noviembre de 2012

In flames

Doesn't matter where you go
still the road keeps closing in
because the way you get to live, your live, inside
is just the world that you see

Is this fire that burns in me
that is moving me around
and I'm feeling that at least, I still, alive
while I'm burning again

**

And I'm feeling in my hearth
all the love I want to be
and I know that if you look, into, my eyes
we'll burn together in flames

jueves, 25 de octubre de 2012

Melancolía

hay noches, como esta,
en las que quisiera ahogar ese oscuro
romanticismo que conlleva la melancolía,
y del cual, inevitablemente,
me he vuelto adicto.

lunes, 22 de octubre de 2012

Failed

your head down, looking to the floor
with the saddest eyes alive
you don't said nothing, so you won't hurt me
but your silence is just to loud

it doesn't matter any more
it doesn't matter any more

I wanted to make you happy
so lie down at your feet
but I'm not what your looking for
and I know I will never be

it doesn't matter any more
it doesn't matter any more

and I know you don't want to lose me
but you can't give me what I want
I just wanted you to want me
as I wanted you, all along

it doesn't matter any more
it doesn't matter any more

is just that I can't believe it
that this happened once again
I promise that I will never fall
but I couldn't helped, I just fail

But it doesn't matter any more
It's just another scar in this war.

jueves, 4 de octubre de 2012

Un día de furia

Comenzó como un breve cosquilleo en la punta de los dedos, casi desapercibido. Luego un pequeño dolor de cabeza. Poco después, sin saber exactamente por qué, empezaste a respirar cada vez más rápido, más aprisa, y empezaste a sentir que el corazón se quería salir del pecho en cuestión de segundos. Todo el cuerpo empezaba a temblar, las manos a sudar, los ojos a fallar... lo supiste entonces: se acercaba otro ataque y sabías muy bien lo que venía después, el pánico, la ansiedad... tu mente empezó lentamente a preparar todo antes que el cuerpo se bloqueara por completo. Tuviste suerte, estabas en casa, así que  fuiste despacio hacia la habitación, bajaste la persiana, te tumbaste lento sobre la cama y esperaste a que la parte dura, la depresión, el desespero, llegaran y se fueran... pero no sabías, no podías saber, que en esta ocasión todo sería distinto.

Tal vez debiste sospechar algo extraño por la hora: era la primera vez (la única desde entonces) que el ataque llegó en medio de la tarde. Siempre llegaba en la noche, la mayoría de veces en días de resaca (esas noches de domingo que ambos hemos aprendido a odiar). Esa vez no habías bebido alcohol. Es más, habías estado muy activo durante la mañana, haciendo vueltas, montando en bicicleta, tomando el sol. Tal vez debiste dudar de la naturaleza de aquel vacío, y tal vez lo hiciste, pero la fuerza de la costumbre te llevó a seguir el método aprendido en aquellas largas horas de insomnio: descansar un rato, dejar la mente en blanco, buscar la calma sin prisa, y luego levantarte y hacer algo físico fuera de la habitación, hasta que pasara la tormenta.

Pero la calma no llegó... la tormenta nunca pasó... se quedó ahí, latente, durante horas...

Tal vez debiste sospechar que todo era distinto cuando aquella sonrisa empezó a clavarse en tu cabeza como un gato enfurecido... esa sonrisa, breve, contenida, de esa persona que pasó enfrente tuyo en la fila de correos... esa sonrisa de autosatisfacción, que por encima de su hombro decía a gritos: "yo soy mejor que tú, yo no tengo que esperar", esa mirada sin rasgo alguno de vergüenza. Todo lo contrario, era la imagen viva del desprecio ante el mundo. Pensaste entonces que en esa persona, en ese momento, estaba contenido todo el mal de la tierra, y lo seguiste pensando ahí, tumbado en la cama, mientras el pulso se aceleraba cada vez más, sin pausa, sin remedio.

"Yo soy mejor que tú", retumbaba entonces, una y otra vez, esa frase nunca dicha y sin embargo tan elocuente... y tal vez era cierta, pues igual lo atendieron. Y tal vez era cierta, porque tu no dijiste nada. Y tal vez era cierta porque así como entró volvió a salir, sin que nadie moviera un dedo. Tal vez él era mejor, porque se atrevía, mientras tu estabas ahí, haciendo la fila, soñando tal vez con ser algo más pero sin poder atreverte a nada, por un extraño sentimiento de pudor, por un extraño sentimiento de ética, tal vez de moralidad... ¿moralidad? ¿cuál moralidad? Si toda la moral de este mundo existe de boca para afuera, si al final todos admiramos al cabrón que se atraviesa, que pasa por encima de todos, que se cree más que los demás porque todos, inevitablemente, queremos siempre ser superiores, queremos siempre ser más: más altos, más delgados, más rápidos, más fuertes, más bellos, más inteligentes. Nadie esta conforme, nadie quiere estar quieto, todos quieren avanzar pero no se atreven por esa falsa sensación de seguridad que da el no hacer nada, y cuando alguien lo hace lo admiramos en secreto, y en secreto queremos ser como ellos... pero que va, tu no quieres ser así, no quieres avanzar si con avanzar tienes que atropellar a alguien... ¿o sí?... bueno, tal vez pueda pasar por encima del mierda que se mete en la fila, tal vez del que anda por la mitad de calle conectado a su puto teléfono y no deja pasar a nadie, tal vez del que escupe, del que se mea, del que habla a gritos, del que se roba todo lo público y se queda tan ancho porque se sabe en posición de ventaja. Tal vez de ellos, los que abusan, maltratan, golpean e insultan por saberse más fuertes que sus mujeres, que sus hijos. Tal vez de ellas, las que usan, mienten, seducen y saquean para siempre el alma de quien las quiere. Tal vez pasar por encima de todos aquellos que miran con odio lo que les parece extraño, de los que meten su cabeza en el suelo, como avestruces, que viven  la vida como si estuvieran muertos... Tal vez pasarías por encima de todos ellos y te quedarías muy a gusto, pero piensas entonces que tal vez eso no sea suficiente. Tal vez deberían acabarlos, exterminarlos, negarles que puedan respirar tu mismo aire, los aprovechados, los estúpidos, los miserables, lo que juzgan, los que no juzgan, los que usan y son usados, las víctimas innatas y los psicópatas desquiciados, todos merecen tu desprecio, todos ellos, todas las personas, y con ellas toda esta mierda de realidad que les permite existir...

Te levantas de la cama con el deseo de ver la ciudad entera ardiendo en llamas... Sabes que hoy te darás el placer de odiar a la humanidad. Hoy te convertirás en un grito silencioso, intenso, mudo. Hoy tendrás la dicha sublime de sentirte superior y condenarlos al infierno. Porque hoy, por fin, ha llegado tu día de furia.

Disfrútalo.

viernes, 31 de agosto de 2012

By my side

Wait,
I don't want for you to go,
just lie with me a little while,
just wait until the morning comes

Stay,
you don't need to ever leave again,
just stay and smell my skin once more,
and I promise I won't fade away

Because I want you to get to me
to take away all this hate in me
to shine so bright in this darkest night
and to feel all the things that are
crushing me into the ground

Go,
If you really want to go, just go,
just leave and walk away,
I'm not begging you to stay anymore.

You see,
you need to understand one thing,
I'm only walking half the way,
the rest you have to do it yourself.

But if you do I know I'll be with you
all the time that you want, that you need me to,
I'll make you smile, or at least I'll try,
every day, every night that you stay in my arms.
I'll show you my scars, tell you what they mean,
I'll take care of yours like the softest breeze.
So come on girl, let's pick a fight
'cause the world is fucked but we'll win if you're standing by my side.

jueves, 23 de agosto de 2012

Un luthier

Un luthier, en su taller,
que diariamente pule la madera,
dobla el metal, tensa la cuerda.

Un luthier que cada día se entrega
como quien escribe un poema,
como quien entiende de poesía.

Un luthier y su breve artesanía
que en manos de otros hablará en sonidos,
palabras y pensamientos.

Un luthier que elabora su instrumento
con la esperanza de mil corazones
entregados a un rasgueo de guitarra.

Un luthier que lucha, sufre y ama
cada instante, cada momento
en el que intenta darle forma al alma.

Un luthier de la vida, y de las mil vidas
que crea y sueña cada día:
nada más quisiera ser.

viernes, 3 de agosto de 2012

Sal del sótano

I am the key to the lock in your house
that keep your toys in the basement

 Climbing up the walls 
Radiohead

1.

El hedor llegó muy temprano en la mañana, justo después de despertar. Intenso, demasiado penetrante, parecía que saliera de todas las esquinas de la casa. Me levanté y empecé a revisar todo: el baño estaba impecable, la cocina suele mantenerse casi sola después de las renovaciones de hace un par de meses, pero aún así volví a mirar cada rincón, por si había quedado algo al fondo del congelador, o por si algo hubiera caído detrás de la nevera, pero nada. El salón tenía el mismo desorden de siempre, lleno de colillas y vasos vacíos, pero nada en especial que emitiera ese olor desagradable que cada vez se hacía más pesado, más presente. Abrí las ventanas, dejé que corriera un poco el aire, pero nada cambió: el hedor no solo persistía, sino que se hacía insoportable, más aún con el calor que entraba de fuera. 

Entonces recordé la puerta del sótano.

Habían pasado meses desde la última vez que me limité a pensar en aquella puerta, al final del corredor. Nada había tenido que buscar allí, nada que esconder desde aquel día en que tiré mil cosas después de la renovación, para luego cerrarla con llave y olvidarme de ella y de sus viejos recuerdos. Y de Él. Sobre todo de Él, ese que en ocasiones veo merodear por las noches, entre sombras, ese que deja de vez en cuando alguno que otro recuerdo, ya pulido y brillante, sobre la mesa de noche mientras duermo: aquel-que-vive-allá-abajo, a quien temo lo suficiente como para no extrañarlo. Algo, seguramente, ha pasado. El hedor sube por las paredes. Tendré que encontrar la llave de nuevo.


2.

El sótano es un espacio del mismo tamaño de la casa, con delgadas columnas construidas de botellas vacías, páginas rayadas y pequeños objetos que parecieran endebles, pero que mantienen el techo (mi suelo) en un estable equilibrio. Son tantas las columnas (no las había visto hace tiempo) que recuerdan un extraño laberinto de árboles secos, que parecen vibrar y respirar con cada paso que doy mientras me acerco al fondo de la habitación, en silencio, como si no quisiera despertar todo lo que yace ahí dormido. Al final de todo, junto a la pared del fondo, estaba el problema: una columna se había roto y de ella manaba un extraño líquido, nauseabundo y oscuro, que había encharcado todo el suelo. Frente a aquella ruptura estaba Él, en cuclillas, escuchando más que mirando (poco se puede ver en esta oscuridad) el sonido de la putrefacción caer lentamente, infectando todo lo que tocaba. 
--Es de las más antiguas--dijo sin darse vuelta. Era claro que sabía de mi presencia mucho antes de llegar--Pensé que ya estaba sólida pero algo parece haberse suelto durante la noche.
--¿Alguna idea? En la casa no se puede estar con esa peste.
Él giró sobre sus pies y me entregó esa mirada condescendiente que siempre me hizo odiarlo, como si escuchara a un idiota al que hay que explicarle todo. Supongo que no le falta razón: la vida en la superficie es tan distinta a la que hay aquí abajo que siempre intento no bajar. Él, en cambio, parece muy a gusto aquí, entre el sudor, las lágrimas y toda la mierda que se acumula en una vida.
--Algo se me ocurrirá... mientras tanto ven, toma un café, hace tiempo no hablamos.
La sola idea de beber algo en medio de la inmundicia me hizo brincar el estómago, pero en su tono se notaba más una orden que una sugerencia. Fue hasta otro rincón de la habitación y trajo dos tazas blancas, muy limpias, casi brillantes: siempre ha tenido un don para sacar brillo a lo que parece acabado. El olor y el sabor fuerte del café me hizo olvidar un poco donde estaba.
--¿Las reconoces? Son las tazas de la abuela... seguro que ya ni te acordabas
Tenía razón, pero preferí ignorarlo. Preferí hacer como si lo ignorara. 
Después de un largo silencio, bastante incómodo, empezó con el interrogatorio: cómo estaba la superficie, que tal habían quedado las obras, si al final la cocina solía mantenerse tan limpia como siempre había querido... le respondí con la verdad, tal vez animado por el café: que las obras habían ayudado mucho pero que no me sentía del todo bien, como si algo faltara, como si algo se me hubiera olvidado en medio de la limpieza. Que en ocasiones quería dejar todo tirado y salir y volar y huir sin mirar atrás, que habían días, no todos, pero días, en los que se me hacía demasiado difícil continuar esa vida, de frente a toda la gente... Entonces me miró a los ojos con un odio y una furia que nunca había visto, que nunca me habría imaginado que pudiera existir. Todo el bosque de columnas parecía respirar con Él, como si latiera con cada latido que retumbaba ahora en mis oídos, como si el mismo sótano quisiera saltar sobre mí y acabarme en un instante de dolor y humillación. 
--¿Difícil?--dijo al fin--¿me dices a mí, justo aquí, que tu vida te parece difícil?
El hedor regresó, esta vez con violencia, esta vez contagiando todo mi cuerpo, llenando mi cabeza de un sopor inaguantable. Con miedo, con vergüenza, con toda el desprecio que sentía manar de aquel ser que ha vivido años en la oscuridad, bajé la cabeza en deshonra. Y entonces la vi, la causa de la avería: a mis pies, en medio de un charco oscuro, estaba una piedra de río pintada por un niño que vivió hace mil años, ese único regalo que le había dado, con toda su ilusión, a un padre ausente. "Feliz día", decía en letras rojas, escritas con dedos que solo tenían tres años, esos mismos dedos que en ese momento empezaron a doler, como empezaban a doler los brazos, las piernas, todos los huesos. Cuando el dolor llegó por fin a la garganta, ahogando un grito contenido, ya todo fue oscuridad.


3.

Desperté con el rostro hundido en ese charco que antes parecía nauseabundo, y que ahora me alegraba ver y sentir, como si sólo me importara despertar. Él estaba a mi lado, fumando lentamente, mirándome como suele ver esos pequeños desperfectos que surgen de vez en cuando, como intuyendo por donde empezar a limpiar toda la mierda y dejarme brillante, como las tazas de la abuela. Yo sentía, en medio de toda aquella  inmundicia, esa extraña tranquilidad del final de las cosas. El suelo seguía encharcado, pero ya la columna averiada estaba de nuevo en pié, más sólida aún. Cuando logré incorporarme, Él me pasó un cigarrillo que encendió con el suyo, y por un instante fumamos en silencio.
--¿Hace cuanto murió?
--Unos dos años. Recuerdo que hacía calor. Igual, nunca hemos sido buenos con las fechas
Sacó del bolsillo la causa de la avería. Ahora estaba limpia, las letras rojas contrastando con el fondo blanco. El único recuerdo fijo de nuestro padre y ninguno de los dos podía acordarse de ese día. 
--Mi vida está aquí-dijo por fin, mirando su mano-Yo la escogí porque es el único sitio donde me siento completo, intentando solucionar lo indescifrable, como quien quiere entender un laberinto eterno. El tuyo está allá arriba, con todos los demás. Ese fue el trato. Ese fue el acuerdo que hicimos hace años, ¿recuerdas?
--Lo recuerdo... 
Sonrió. Hacía años años que no lo veía sonreír. Se acercó muy despacio, luego me limpió la cara y el pelo, me ayudó a levantarme, me sacudió la ropa y me dio un golpe en el hombro. Nunca lo quise tanto como en ese momento.
--Ten -me dijo suavemente, mientras ponía aquel recuerdo en mi mano-- Tenlo siempre, y recuerda todo lo que significa.
Lo miré un momento... en su tiempo me parecía una piedra pesada, digno de llamarse pisapapeles. Ahora casi se perdía en mi mano.
--Mantén la cabeza en alto-- Me dijo, mientras me daba un pequeño golpe en la barbilla-- Recuerda que cuando la mantienes erguida, todos los que habitamos esta casa la levantamos contigo. Ahora, por favor, sal del sótano. Ya empiezas a hacer falta allá afuera.
La luz, al otro lado del umbral, brillaba cálida sobre mi piel. 

jueves, 28 de junio de 2012

Morphine in the park

Supongo, acaso, que todo depende de tus propias adicciones.
Adicción a levantarse temprano, o tarde.
Adicción a subir las escaleras siempre por el lado izquierdo.
Adicción a esta o aquella música.
Adicción a ese especial tipo de alegría y de tristeza.
Adicción a cosas nuevas y antiguas.
Adicción a la tele, al compu,
a ese libro donde confluyen todos los libros.
Adicción a huir, a perderse,
o a enfrentar siempre al enemigo, aunque haya que inventarlo.
Adicción a la paz, adicción a la guerra,
a volver sobre tus pasos,
a seguir los pasos de otro,
a inventar los tuyos propios
     cada mañana,
              cada tarde,
                       cada noche.
Adicción a ganar, adicción a perder,
adicción a amar y a sufrir con ese amor,
adicción a correr, a bailar, a jugar,
a tocar en tu mente notas imaginarias, a silbar.
Adicción a algún tipo de adicción, ya sabes,
adicciones clásicas, de esas
que solo acallan o potencian las adicciones verdaderas.
Adicción al drama, y a esta trágica comedia que es la vida.
Supongo, acaso, que todos somos de alguna forma adictos,
así que dime, niña linda ¿compartirías tu adicción conmigo?

Favorita

Me levanto todos los días, y busco una tristeza que ponerme.
Un manto de silencio que me acompañe,
un precioso vacío y su suave caricia,
una ansiedad que mueva todo mi cuerpo
               toda mi mente
                       toda mi alma.
Todas las mañanas escojo una distinta,
aunque siempre has sido tu mi favorita.

domingo, 5 de febrero de 2012

la hoguera

Hoy me desperté cansado de sentir miedo...
Miedo a levantarme, miedo a salir, miedo al rechazo y a la insatisfacción, miedo a seguir adelante, miedo a quedarme quieto, miedo a no hacer nada, miedo a trabajar, a no hacer lo suficiente, a no ser lo suficiente, miedo a ser mediocre, miedo a ser un éxito, miedo a luchar, miedo a perder, miedo al triunfo y al fracaso, miedo de hablar, miedo de callar, miedo a tomar la iniciativa, miedo a nunca tomar la iniciativa, miedo a no saber escoger, a no saber decidir, miedo a esperarte, a conocerte, a quererte, a perderte, miedo a estar solo, miedo a nunca estar solo, miedo a empezar, miedo a terminar, miedo al odio y al amor de los demás, miedo a perder la oportunidad, miedo a nunca tener la oportunidad, miedo a enseñarme como soy, miedo a lo que deseo, miedo a lo que me da terror, miedo a seguir sintiendo miedo todo el tiempo, miedo al pasado, miedo al futuro, miedo a la muerte, al partir sin decir nada, sin hacer nada, encerrado en esta concha de miedo que me protege y me asfixia... miedo a la vida.
Hoy me desperte cansado de tener miedo... ya va siendo hora de encender la hoguera.