Un luthier, en su taller,
que diariamente pule la madera,
dobla el metal, tensa la cuerda.
Un luthier que cada día se entrega
como quien escribe un poema,
como quien entiende de poesía.
Un luthier y su breve artesanía
que en manos de otros hablará en sonidos,
palabras y pensamientos.
Un luthier que elabora su instrumento
con la esperanza de mil corazones
entregados a un rasgueo de guitarra.
Un luthier que lucha, sufre y ama
cada instante, cada momento
en el que intenta darle forma al alma.
Un luthier de la vida, y de las mil vidas
que crea y sueña cada día:
nada más quisiera ser.
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